Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas

jueves, 14 de junio de 2012

Pensando bajo la lluvia

Foto de unos árboles de Santiago después de la lluvia, atardecer
Días de lluvia en Santiago, hacen que la ciudad que conoces cambie completamente. La tonalidad del día toma distintos tipos de grises durante la mañana, la luz llega a ti desde ángulos nuevos, las nubes oscuras amenazan y atacan con fiereza. El agua cae sobre la congestión santiaguina y a mí, al menos, me calma. No importa qué distancia tenga que desafiar, me siento confiada, serena, como si la fluidez de cada gota fuera parte de mí. Y confías, todo es lo que debe suceder. Y puedo pasar cada prueba, vivir cada situación. Simple. Sí, el ritmo de la lluvia es tranquilizador para mí. Ese Santiago es acogedor, es incluso silencioso, puedes escuchar el sonido del viento y de la lluvia. Escribiendo a mano, con un cuaderno, sintiendo cada palabra, reflexionando, contemplando.

Será la lluvia, el color del día, el atardecer despejado o la vista de una cordillera hermosa, no lo sé, pero he pensado estos días en la amistad. Ayer iba manejando hacia mi trabajo, rumbo a La Pintana, el camino era largo (una hora por lo menos), en medio de la lluvia otoñal, escuchando como por vigésima vez a Dead Can Dance, cuando llegaban a mí estas ideas. No suelo pensar en estos temas habitualmente. No señor. La mayor parte del tiempo no pienso, sólo actúo, converso, río, cumplo, hago ejercicio, como, voy a reuniones, qué se yo. Pero pensar...así es que aproveché, ahora o nunca.

Amistad en los tiempos de la 2.0. ¿Es posible la amistad en los tiempos de facebook, twitter y whatsapp? ¿hay alguien que para tu cumpleaños te llame por teléfono o te visite? ¿cuántos se preocupan de ti cuando estás enferma? ¿o cuando estás bien, un día cualquiera? En eso pensaba ayer en el auto. Recordé que el sábado pasado una amiga, de esas que claramente son casi de otro planeta, me invitó a su casa. La cita era a las 19 horas, yo llegué pasadas las 19:30. Atrasada. Más encima no llevé nada, sólo mi presencia. No ayudé en nada, porque el motivo era celebrarme a mí. No me dejaron, no insistí tampoco. Yo que me olvidé de su cumpleaños, y que una semana después la llamé para saludarla con un sinfín de disculpas. Bueno, ese ser humano extraordinario me tenía preparada una exquisita once, pensando en mí y en festejarme. La mesa estaba delicadamente decorada, con servilletas lindas, con queques varios, tartaleta de nuez, pie de limón, quiche lorraine y de champiñón, canapés "sanos", pancitos calientes y la infaltable tortilla de papas...todo  hecho por ella, con sus manos para mí, bueno, y también para todos los invitados. Se armó un grupo entretenido, lo pasamos fenomenal, nos reímos, comentamos temas interesantes, comimos rico. Pasaron las horas, todos se fueron. Yo quise quedarme, eran como las 23:30 de la noche, me dije, será una hora a lo más...pero no paramos de conversar hasta las 3 AM junto a una mezcla perfecta de tesitos y más trozos de tortilla de papas. Y podríamos haber seguido hasta las 6 de la mañana, como nos ha pasado ya muchas veces.

No sé cómo llamar a estos especímenes en extinción: amigos amigos, verdaderos amigos, amigos del alma. Todo suena un poco cursi, pero es que es cierto. Cuando estás con ellos el tiempo vuela, no te fijas en horas ni en nada, ni si tu casa está desordenada o no hay nada para comer. Sólo quieres compartir, preguntarle al otro cómo está, escuchar sus alegrías y desventuras, sus problemas, sus sueños, y a veces que te digan que estás haciendo puras leseras, una opinión sincera de alguien que te quiere y te conoce. Ahí es donde hay que hacer caso. Sin dudarlo.

Salí de la casa de mi amiga con una sensación de calidez, de serena alegría, de protección, de maternidad, de seguridad. Volví a recordar lo que es una amiga incondicional. Está ahí cuando lo necesitas, ya sea porque lo intuye o porque tú la llamas para pedirle ayuda. Nos visitamos el 27 F. Antes de ir a ver a mis papás, con mi hermana pasamos a ver cómo estaba, sabíamos que estaba sola. Y ella, sorprendida, estaba mejor que nosotras. El saber que existe un otro para quien eres importante, que te quiere a pesar de todo, si estás bien o estás mal, si te lavaste o no el pelo, si estás horrible o deprimida, si te pusiste la ropa inapropiada, o si no estuviste tan chispeante como siempre. Una amiga que te sorprende, cuando ya no esperas nada de nadie, te abraza con su compañía y todo se sana dentro de ti. Son esos detalles, esas delicadezas, ese cariño, ese amor, el que se agradece, el que te permite seguir adelante.


Días extraños, días de lluvia. Han sido días diferentes para mí. Días emocionales, días de recuerdos, sonrisas, miradas, gestos que van y vienen. Se extrañan a algunos amigos que ya no están, que se han ido, que sé que están mejor. Son segundos que generan emociones profundas en algún lugar dentro de ti, que no es fácil identificar o poner en palabras. Son esos momentos personales, tuyos, íntimos. A veces pienso que no se pueden compartir, quién lo entendería.

Sigo manejando y pienso que tengo casi 500 "amigos en facebook", y Martita, mi amiga de la once, no tiene facebook. Qué paradoja. Bueno, ni tanto.