¿Cuántas veces te has subido al barco de tu vida como pasajero y terminas como capitán en medio de una tormenta? Hoy en este mundo que vivimos, tan histérico, tan lleno de presiones, de objetivos sin sentido, donde los errores son exagerados hasta el límite, definitivamente hay que estar preparados. Preparados para actuar, para tomar el timón y enfrentar con inteligencia, dirigir a quienes haya que dirigir, para tomar decisiones rápidas y acertadas. Hay que tratar de ser un buen capitán en todo momento, pero aún más en medio de las aguas turbulentas. Un buen capitán piensa en los demás, los escucha, los acoge, los comprende. ¿Existen ese tipo de capitanes aún?, ¿dónde están?
Hoy necesitamos capitanes humanos, capitanes sensibles, capitanes que no pierdan la perspectiva ante el vaivén propio de las dificultades. Qué gran desafío cuando nos subimos a nuestro propio barco. Mirar desde lo alto, ser tranquilidad, ser claridad. Ser ese capitán que tiene la fortaleza para continuar, sin perder la capacidad de asombro ante lo bello, sin perder la emoción ante la mar serena y la cordillera prístina, sin perderse en medio de tanta turbulencia.
Quiero ser capitana de mi barco, quiero tener la fuerza para tomar el timón y salir de la tormenta con aprendizajes, con lecciones importantes, con más sensibilidad y con algunos balazos entre medio. No importa. Es parte del proceso de manejar el barco. Salimos fortalecidos y estamos tranquilos. El barco vuelve a descansar.
En este momento, Fito Páez:
"Me gusta abrir los ojos y estar vivo.
Tener que vérmelas con la resaca,
entonces navegar se hace preciso,
en barcos que se estrellen en la nada.
Vivir atormentado de sentido, creo que esta, sí,
esta es la parte mas pesada".
("Al lado del camino" http://www.youtube.com/watch?v=gCJFF-kTA9Q)
Relacionando capitanes con barcos y momentos difíciles me vino a la mente este Poema de William Henley y que siempre recuerdo cuando hace falta:
ResponderEliminarINVICTUS
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Simplemente hermoso!
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